Los perros que no son considerados “de raza pura”, muchas veces tienen menos oportunidades de encontrar un hogar, porque la gente suele verlos como “perros de segunda”. Se les ha llamado, mestizos, criollos, callejeros, solovinos, streeters y de otras maneras a veces incluso despectivas.
¿Pero qué tal si cambiamos un poco el paradigma de pensamiento y les damos más posibilidades de ser adoptados? Al fin y al cabo sin importar la raza igual saltarán de alegría y moverán su colita con emoción cada vez que te vean entrar por la puerta de tu casa cuando vuelves de un día de trabajo o escuela.
Un perro mestizo posee en sus genes una mezcla única e irrepetible de razas. Podríamos decir entonces que es un ejemplar único de una raza también única. A través de disciplinas científicas como la Zootecnia, se pueden identificar ciertos rasgos en un individuo de cualquier especie animal (en este caso canino), para “clasificarlo” y encontrar las particulares físicas que lo relacionan con sus ancestros de ciertas razas, así como destacar sus características únicas.
Por ejemplo un perro que por su apariencia se pueda suponer que es descendiente de Doberman y Snauzer, que además se distinga por unas patas robustas, podría ser de la raza única Dobernauzer Patigordo. Sería un ejemplar similar a otros, pero irrepetible en sí mismo. Con su nuevo “título” la orgullosa familia que le dé la bienvenida a su hogar, sabrá que rasgos lo distinguen, que tipo de ancestros es posible que haya tenido, que lo hace único y sobre todo comprenderán que el amor que nos brindan los perros cuando los incluimos en la familia, es el mismo sin importar la raza.