Una excelente terapia para quienes presentan dificultades psicológicas es la repostería, ya que esta actividad les puede ayudar a corregir ciertos trastornos, el estrés y la depresión.
Esto se debe a que, además de ser una actividad que requiere toda la atención (medir cantidades, seguir pasos, estar pendiente de cosas que se preparan simultáneamente, concentrarse físicamente en hacer algunas decoraciones), mantiene lejos los pensamientos negativos, favorece la imaginación y también puede ser un modo de comunicar “sin palabras” los sentimientos, como por ejemplo mostrar gratitud, aprecio o simpatía.
Se dice que quienes preparan recetas de postres tienden a ser más felices, pero la realidad de este hecho radica en que preparar algo para otras personas (no importa si es algo dulce o salado), cuando no se hace por llamar la atención ni para quedar bien, es un acto de generosidad y un esfuerzo que se hace desinteresadamente por alguien, lo cual aportará un sentimiento general de bienestar que llenará el espíritu y alimentará el alma.
La repostería también es un medio para conocer más de las personas que la realizan, pues es una forma de expresión que, además de demostrar su estado de ánimo, permite conocer su sentido artístico.
Así que, la próxima vez que estés desanimado, pon manos a la obra y prepara con tranquilidad y mucho amor lo que tú quieras. Desarrollarás una sensación de prosperidad y al final de todo el esfuerzo vendrá tu recompensa: habrás aportado algo increíble para los demás, te sentirás mejor contigo mismo y facilitarás la relación con las personas a tu alrededor.