Por fin es marzo, ya hemos despertado de nuestro letargo invernal y nuestras copas se llenan de hojas nuevas para comenzar un año más de crecimiento, uno, de los cientos o miles de años que podemos vivir.
Somos Ahuehuetes, que en náhuatl quiere decir “Viejo del Agua” pues una leyenda dice que, al cumplir cien años, nuestros troncos se rajan y de ellos brotará agua. En 1921 fuimos elegidos como el Árbol Nacional de México, para celebrar los primeros cien años del México independiente; y desde la época Mexica, éramos venerados, pues representamos la fortaleza del Tlatoani, la sabiduría de los ancianos y una fuente del líquido vital.
Desde hace milenios, nuestra madera ha sido utilizada para la elaboración de canoas, pilotes y tambores. La ceniza de nuestra corteza ha sido utilizada como cicatrizante y astringente, para aliviar quemaduras y úlceras. Las infusiones de hojas y madera, se toman para combatir diarrea y dolores estomacales.
Por la longevidad de nuestras vidas, podemos alcanzar tamaños inmensos, un representante de nuestra especie ha sido declarado como el árbol más ancho del mundo, el Sabino de Santa María del Tule en Oaxaca, se estima que son necesarias 30 personas adultas tomadas de la mano para rodearlo.