Quedarnos en casa es la mejor opción para que pronto todos volvamos a disfrutar y aprender de la naturaleza en Xochitla, pero las plantas y los animales que aquí habitan continúan con sus ciclos; junio el mes más caliente, lo que anuncia la llegada de las flores.
El calor, los días largos y las lluvias ligeras, generan las condiciones perfectas para que las ninfas produzcan grandes cantidades de flores, en un intento de atraer la mayor cantidad de polinizadores posibles, con la única meta de producir las semillas de la siguiente generación de flores flotantes.
Las ninfas son plantas acuáticas de hasta dos metros de largo que habitan en los cuerpos de agua dulce mejor conservados, pues sus semillas dejan de germinar en presencia de algunos contaminantes. Han estado en la tierra desde la última era de los dinosaurios, y durante la época prehispánica, sus flores eran utilizadas para adornar a deidades asociadas al agua como Tlaloc y Chalchiuhtlicue, dios de la lluvia y diosa de lagos.
Las ninfas tenían nombres muy distintos a como las conocemos ahora y sus raíces cocidas se incluían en la dieta de todo mexica: apapatla (Nymphaea odorata) con sus fragantes flores blancas que flotan en el agua; atlacuetzona (N. mexicana) de flores amarillas y sus hojas formaban parte de una receta de mole verde y atzatzamolli (N. gracilis) con pequeñas flores blancas que sobresalen del agua.
Las apapatlas, atlacuetzonas y atzatzamolli fueron un alimento común para los habitantes prehispánicos del valle de México; pero la transformación del lago en una mega urbe las ha llevado al borde de la extinción, a tal grado que las tres se encuentran protegidas por las leyes mexicanas (Norma Oficial Mexicana 059 SEMARNAT 2010), bajo la categoría de Amenazadas y N. odorata, también está incluida en La Lista Roja de especies en riesgo publicada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.